En abril de 1957 se produjo una revuelta social de magnitudes inéditas en la historia de Chile. La proporción de la población involucrada fue inmensa, y partes importantes de la ciudad se vieron por horas y hasta días, fuera de control del Estado. El alba del Santiago metropolitano se iluminó con barricadas en llamas, que no eran sino las señales de la lucha callejera, los saqueos, incendios, y finalmente los fogonazos de las carabinas, fusiles y ametralladoras de policías y militares. Seis meses después, en la zona sur de la ciudad, donde Santiago paulatinamente se iba disolviendo más allá del Zanjón de La Aguada, miles de familias pobres sin casa, ocuparon y se tomaron la ex-chacra La Feria, y desde ahí fundaron la actual población La Victoria. Ambos hechos son precipitaciones de procesos complejos de radicalización y politización popular. En conjunto, los hechos del año 1957 conforman un hito de ruptura y salto estratégico en la composición histórica del universo proletario de Santiago.